L’Esberla es una consultoría de género y feminismos. En esta entrevista conversamos con Mariona Zamora, consultora de políticas de género y feminismo, sobre su trabajo relacionado con la violencia de género y su importancia en el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.
¿Qué significado tiene el 25 de noviembre para vosotras como organización?
Como entidad que nos dedicamos a prevenir y abordar las violencias y desigualdades de género, cada día es 25 de noviembre. Pero hoy, social y mediáticamente, el día nos permite multiplicar nuestra repercusión y seguir abriendo espacios de reflexión y acción a todas aquellas entidades y administraciones con las que trabajamos.
¿Cómo trabaja l’Esberla para la lucha contra la violencia de género? ¿ Qué proyectos o programas específicos habéis desarrollado para abordar esta problemática?
Desde l’Esberla trabajamos, sobre todo, en la dimensión de la prevención de las violencias a nivel organizacional y social. Una de nuestras líneas principales de trabajo es acompañar procesos organizacionales de diagnóstico y revisión interna para tener consciencia del papel de las entidades en la reproducción de las desigualdades y violencias; una vez las entidades comparten el mismo punto de partida, las acompañamos a incorporar mecanismos para convertirse entidades más justas, cuidadosas y seguras. En definitiva, más feministas.
¿Desde vuestra perspectiva, cuáles son las formas de violencia de género menos visibilizadas?
Desde nuestro punto de vista hace falta ser muy incisivos con la cuestión de las violencias estructurales, tanto en organizaciones como a nivel social. Se trata de un tipo de violencia y desigualdad que tiene que ver con la propia organización social – que pocas veces se cuestionan – y que actúan como una jaula de cristal que no permite el libre desarrollo social, personal y económico de las mujeres, personas no binarias y el colectivo LGBTI.
¿Cuáles son los principales desafíos que encontráis trabajando en contra de la violencia de género?
Uno de los principales retos es el compromiso real de las entidades y organizaciones aplicado en forma de tiempo y recursos para trabajar activamente. Y otro son las resistencias a nivel personal, así como la falta de implicación o la desorientación de los hombres en la lucha contra las violencias machistas.
¿Qué crees que pueden aportar las finanzas éticas en este ámbito?
Considero que las finanzas éticas tienen un papel clave en el punto de vista que nosotras planteamos, ya que, para incorporar los principios de la economía feminista – que permite poner la vida en el centro y construir espacios libres de violencias – las entidades han de disponer de conocimientos, sostenibilidad y recursos para abordar las transformaciones internas que son necesarias.
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